Para abordar el concepto de desautomatización de las unidades fraseológicas, remitimos a Florentina Mena Martínez (2003), que se ha acercado a este tema y ha tratado de definir sus rasgos más significativos. La autora subraya el hecho de que se trata de un asunto que muy pocos han investigado en el ámbito de los estudios fraseológicos. Sin embargo, a pesar de los escasos trabajos, este concepto se presenta como “un fenómeno muy común y de vital importancia dentro de los mecanismos de variabilidad lingüística” (Mena Martínez, 2003). Según la autora, el fenómeno de desautomatización se engloba dentro del estudio de la variabilidad fraseológica, la cual abarca, además de la desautomatización propiamente dicha, también las desviaciones y las variantes. Por un lado, las desviaciones se presentan como formas incorrectas producidas por varias razones, entre ellas el nerviosismo. Unos ejemplos clarificadores pueden ser: "no es todo el oro lo que reluce", expresión que representa la desviación de "no es todo oro lo que reluce"; o bien "dorar las orejas" en lugar de "regalar las orejas" (Mena Martínez, 2003). Por otro lado, las variantes se refieren a aquellas unidades que poseen el mismo sentido y comparten elementos léxicos a la vez. Por ejemplo, de la
unidad originaria "ser uña y carne" existen por lo menos dos variantes diatópicas: "ser uña y mugre" utilizada en países como México, Honduras, Panamá, Colombia, Venezuela, Bolivia y Chile, y "ser uña y diente" que pertenece al español hablado en la Républica Dominicana (Mena Martínez, 2003).
El concepto de desautomatización propiamente dicha está definido por la autora como “el proceso que se desencadena en Ufs [unidades fraseológicas] cuando se les ha aplicado de forma intencionada cualquier procedimiento de manipulación o modificación creativa” (Mena Martínez, 2003). El resultado de este proceso es la creación de una nueva forma que el hablante produce a través de un acto voluntario y creativo, en el marco de un lenguaje tradicionalmente percibido como preestablecido y estable. La unidad desautomatizada procede, por lo tanto, de la intención del hablante de modificar una expresión por varias finalidades. Este proceso conlleva una serie de efectos que pueden ser de tipo semántico, pragmático o estilístico; en suma, es “un proceso que tiene mucho que ver con el propio acto comunicativo” (Mena Martínez, 2003).
Partiendo de estas premisas, resalta que una unidad fraseológica se puede definir desautomatizada sólo si aúna tres criterios:
1. es necesario que la modificación constituya un acto voluntario e intencionado por parte del hablante;
2. la modificación tiene que alejarse de la forma base, originaria, lo suficiente para poder percibir el cambio;
3. la unidad originaria tiene que poder ser recuperada a través de los elementos inalterados o a través del contexto.
Como señala la autora en cuestión, sobre la base de estos criterios, es preciso distinguir entre desautomatización y modificación: mientras el primer concepto se refiere al proceso en su totalidad, el segundo término representa sólo una parte del mismo. Por eso, podemos decir que es posible modificar sin desautomatizar, pero no al revés. Consideramos los ejemplos ofrecidos por la autora: "sólo si me juntan los cables" es la expresión modificada, pero no desautomatizada, de "cruzársele a
alguien los cables" y en este caso la modificación apenas es reconocible. Por otro lado, "se echó una siesta en los naranjos" es una expresión demasiado modificada, de ahí que sea difícil remitir a una posible forma base como "dormirse en los laureles". Estos ejemplos explican que es necesario que la modificación sea reconocible, entre un grado mínimo y un grado máximo, para tener una unidad fraseológica desautomatizada.
En cuanto a este concepto de desautomatización, Mena Martínez pone de relieve el problema de la identificación de ejemplos de unidades fraseológicas desautomatizadas. De hecho éstas a veces pueden ser confundidas tanto con las desviaciones como con las variantes. Por una parte, las unidades fraseológicas desautomatizadas comparten con las desviaciones el hecho de ser
producciones no estandardizadas, pero por otro lado divergen por ser realizaciones voluntarias por parte del hablante. En segundo lugar, las unidades fraseológicas desautomatizadas tienen en común con las variantes el hecho de que los mecanismos que contribuyen a la creación de variantes son los mismos de la desautomatización. Por el contrario, “a diferencia de las unidades que presentan desautomatización, las variantes son unidades institucionalizadas e inventariadas” (Mena Martinez, 2003).
Por lo que concierne al tipo de unidades fraseológicas que admiten modificaciones y que por eso son factibles de desautomatización, la autora afirma que todo tipo de unidades fraseológicas pueden quedar involucradas en este proceso: encontramos locuciones, refranes, colocaciones, que los hablantes modifican con creatividad para alcanzar unos objetivos específicos.
Las colocaciones, por ejemplo, constituyen un recurso irónico muy valioso, dado los efectos cómicos y lúdicos que acarrean. Un ejemplo que Mena Martínez propone es el siguiente, sacado de las viñetas de Mafalda, del cual resultan claros los efectos irónicos creados:
"Decíme, Manolito ¿nunca te pusieron todo un día en penitencia por alguna travesura?"
"¡Nunca! Mi papá dice que eso de la penitencia es un castigo alargado, como un cheque...y él prefiere dar bofetones al contado" (Mena Martínez, 2003).
Podemos notar que, en este caso, la colocación dar dinero al contado está desautomatizada, ya que la palabra “bofetones” está utilizada en lugar de “dinero”.
Por lo que respeta a las locuciones, un ejemplo puede ser que "no les den gato por euro", en lugar de la locución "dar gato por liebre". En el caso de las locuciones, se puede notar que la modificación no siempre atañe a la estructura interna de la unidad, sino a las condiciones en las que la unidad se halla. Por ejemplo, en el comentario de una noticia sobre un hombre que recibió una factura de Gas La Coruña, podemos considerar la forma desautomatizada de la forma base "ir a todo gas": “¡Vaya tranquilidad la del afectado, y eso que está recibiendo facturas a todo gas!” (Mena
Martínez, 2003).
La desautomatización afecta también a los enunciados fraseológicos, y algunos de ellos se muestran en particular modo propensos a este tipo de fenómeno. Un célebre ejemplo está representado por la paremia "dime con quien andas y te diré quien eres", que puede convertirse en "dime cómo comes y sabrás cómo entrenas", o "dime quién eres y te diré de qué eres el último en
enterarte" (Mena Martínez, 2003).
También las citas pueden sufrir este tipo de modificación: la forma base sacada de la Biblia "no sólo de pan vive el hombre" se modifica en "no sólo de créditos vive el estudiante" (Mena Martínez, 2003).
Como concluye la autora, es preciso considerar que todas las unidades fraseológicas admiten desautomatización, y esto depende en última instancia del grado de fijación de la unidad, del grado
de idiomaticidad, de la familiaridad y de su institucionalización.
En el ámbito del concepto de desautomatización que hemos tratado hasta ahora, consideramos necesario referirnos también a otro autor que ya antes se había ocupado de este fenómeno, es decir Alberto Zuluaga (2001) el cual define la desautomatización como un conjunto de “procedimientos de alteración al emplearla (lo Cortés no quita lo Cuauthémoc), la cual [..] produce una serie de efectos propios en el discurso” (2001: 67). En su artículo esboza un pequeño estudio acerca del análisis de unidades fraseológicas desautomatizadas y de los problemas que estas expresiones plantean en la traducción. Muy a menudo, a la hora de traducir determinadas expresiones, el traductor tiene que enfrentarse con una serie de dificultades, que pueden ser debidas a la presencia del fenómeno de desautomatización. De ahí que a veces muchas unidades fraseológicas no posean una expresión correspondiente a la lengua de llegada. Por lo tanto, éstas pueden ser sustituidas por toda una serie de expresiones que tratarán, de alguna forma, de recrear el sentido de la unidad originaria. Entre ellas destacan préstamos, calcos, neologismos, paráfrasis, desplazamientos semánticos y circunloquios. Además, algunas expresiones, como los chistes, resultan intraducibles a la lengua de llegada.
Por esta razón, Zuluaga considera que "a las UFs desautomatizadas no podemos predicarles de antemano ni traducibilidad ni intraducibilidad. Ello se decide en cada caso concreto. Aquí sólo podemos anotar que son traducibles a cabalidad si en el repertorio de la lengua meta existe al menos una UF correspondiente que, a su vez, pueda desautomatizarse adecuadamente. En todo caso, constituyen un desafío interesante para el lector traductor" (Zuluaga, 2001: 79).
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